Miércoles de ceniza, fin del carnaval. El miércoles pasado falleció la madre de una persona a la que quiero muchísimo. Una bloguera, mi MARINA.El viernes hubiera ido encantada a su entierro si no fuera porque además de trabajar debía viajar durante más de 11 horas ida y vuelta. Sabe que de corazón estuve. Estuve sin estar. Sé que su madre se fue suave, sin sufrimiento, una al lado de la otra. Firmaría ya mismo por poder vivir algo así cuando le llegue la hora a la mía. Cuando se fue mi padre tardé más de dos años en reaccionar. Hacía tres días que había hablado con él, todo perfecto. La última vez que le vi ( quince días antes) estuvimos cantando hasta las tantas. Como si me hubieran volado la cabeza el instante que escuché -estaba a casi 300 km de él- que había muerto.
Los recuerdos y las cenizas se expanden con el viento. Fuera nos despeluja enmarañándonos el cabello, dentro lo mismo. Siento que esto va a ser una maraña de pensamientos despelujados en letras, lo veo venir :))
El sábado, me avisaron de otra muerte. Una mujer entrañable. Además de amiga, una de mis primeras clientas. Me gustaba escucharla llamarme “neniña”. Nunca le agradeceré bastante su confianza en mi recién estrenada en este oficio, cuando no tienes ni idea y sientes más miedo tú que nadie. Después vivimos juntas muchas aventuras en los juzgados (aunque sigo con miedo y sin idea:-)
En Galicia se pleitea sobre todo por dos asuntos, por un palmo de tierra y alucinantemente, con lo que nos cae desde que se rompió el cielo, por el agua. ¡Qué sería de los gallegos viviendo en el desierto! a veces me lo pregunto.
Maru -se llamaba así- tenía muchísimas fincas. Recuerdo que me decía“neniña, la tierra es para los pleitos, como un abrigo sin airear para las polillas”, es cierto. La cantidad de propiedades que acumulamos es directamente proporcional a los conflictos y problemas que sufrimos. No es por consolar a los que nada tienen, es la verdad verdadera. Sin embargo, todos llevamos un pequeño tío Gilito dentro ( algunos enorme) y así nos va.
Maru -se llamaba así- tenía muchísimas fincas. Recuerdo que me decía“neniña, la tierra es para los pleitos, como un abrigo sin airear para las polillas”, es cierto. La cantidad de propiedades que acumulamos es directamente proporcional a los conflictos y problemas que sufrimos. No es por consolar a los que nada tienen, es la verdad verdadera. Sin embargo, todos llevamos un pequeño tío Gilito dentro ( algunos enorme) y así nos va.
El domingo fui a su entierro. Salvo de personas muy cercanas y queridas jamás voy a ninguno. Me gustan tan poco como los carnavales. Les encuentro mucho parecido. Cambia el color de los disfraces, el sonido que se escucha y el motivo, a veces ni eso.
No me preocupa lo más mínimo la muerte, solo el dolor hasta que llega. Lo que no soporto son los adioses. A la gente que quiero jamás le digo adiós, me es imposible. Sin embargo mataría por haber podido besar a mi padre antes de irse.
Ella tenía 80 años, soltera, solo familia colateral o lejana, supuse de las que van vestidas de compungido domingo enlutado fuera, mientras frotan sus manos dentro. Más que nada me apetecía decirle bajito"gracias Maru" y acompañarla en su encuentro con su querida tierra, esa por la que tanto había luchado.
Ella tenía 80 años, soltera, solo familia colateral o lejana, supuse de las que van vestidas de compungido domingo enlutado fuera, mientras frotan sus manos dentro. Más que nada me apetecía decirle bajito"gracias Maru" y acompañarla en su encuentro con su querida tierra, esa por la que tanto había luchado.
El único entierro que fui sin saber si quiera que estaba, fue al de mi padre. Recuerdo que ese día me preguntaba por qué narices me arrastraban a llorar delante de la gente. Soy muy llorona, no puedo evitarlo, pero no soporto que nadie me vea. Recuerdo ese día como una verdadera tortura. Ya es bastante duro sentir que se te cae el alma a cachos, para además tener que pasearte arrastrando lo poco que queda de ti delante de gente que te mira y ni siquiera ves. Lo más terrible del mundo para mi.
Pero cada uno somos como somos. Jamás olvidaré a mi madre ese día. Diré por delante para que os hagáis una idea que es nervio en estado puro, una mariagonías y si yo soy llorona ella, chorrea agua por los ojos. Eso sí, cuando se pone, nadie más divertida que ella. Además, la mujer más enamorada y devota de su marido que he conocido jamás. Pues bien, el día del entierro de mi padre era una extraña mezcla de paz y orgullo exultante. La miraba y no lo podía creer. Entera, serena, ni una lágrima en su rostro. Si no supiera que lo adoraba diría que hasta feliz.
Al terminar la misa del entierro, unos minutos antes de levantar el féretro, se levantó. La iglesia atiborrada, el sacerdote aun arriba en el púlpito, todos sentados y de pronto, ante nuestro asombro...ella allí de pie. Se giró, dando la espalda al sacerdote, mirando a todos de frente, como hablando a unos amigos frente a un café. Absolutamente tranquila dijo:
- Quiero daros las gracias a todos en nombre de Paco.
Sé que él se siente tan agradecido y orgulloso como yo de veros a aquí.
Se volvió a girar y se sentó en medio de un silencio tan inmenso que paralizó el aire. Mi cerebro sintió eso. Es lo único que recuerdo de aquel entierro. Nada más. Todo lo demás está mojado.
Después ha contado mil veces que cuando subían a hombros el féretro de mi padre en medio de toda aquella gente, lo veía como un torero saliendo por la puerta grande. Es curioso cómo somos ¿verdad? viviendo lo mismo, ella levitaba mientras yo solo deseaba desaparecer. Ahora sé que fue así, entonces pensé que estaba tan conmocionada que había chiflado completamente. Un poquito sí que lo está, es mi chiflada adorable. Debe ser la única mujer en el mundo que hace una fiesta el aniversario de la muerte de su amor. No una reunión familiar íntima, no. Eso a ella no le vale. Literalmente una fiesta. Jamás bajamos de 30 personas desde hace 10 años ese día. Así salí yo, con semejante madre que se puede esperar:))
Al terminar la misa del entierro, unos minutos antes de levantar el féretro, se levantó. La iglesia atiborrada, el sacerdote aun arriba en el púlpito, todos sentados y de pronto, ante nuestro asombro...ella allí de pie. Se giró, dando la espalda al sacerdote, mirando a todos de frente, como hablando a unos amigos frente a un café. Absolutamente tranquila dijo:
- Quiero daros las gracias a todos en nombre de Paco.
Sé que él se siente tan agradecido y orgulloso como yo de veros a aquí.
Se volvió a girar y se sentó en medio de un silencio tan inmenso que paralizó el aire. Mi cerebro sintió eso. Es lo único que recuerdo de aquel entierro. Nada más. Todo lo demás está mojado.
Después ha contado mil veces que cuando subían a hombros el féretro de mi padre en medio de toda aquella gente, lo veía como un torero saliendo por la puerta grande. Es curioso cómo somos ¿verdad? viviendo lo mismo, ella levitaba mientras yo solo deseaba desaparecer. Ahora sé que fue así, entonces pensé que estaba tan conmocionada que había chiflado completamente. Un poquito sí que lo está, es mi chiflada adorable. Debe ser la única mujer en el mundo que hace una fiesta el aniversario de la muerte de su amor. No una reunión familiar íntima, no. Eso a ella no le vale. Literalmente una fiesta. Jamás bajamos de 30 personas desde hace 10 años ese día. Así salí yo, con semejante madre que se puede esperar:))
Creo que lo dejo aquí. Se me ha ido totalmente la cabeza. Solo una cosa más. Un beso enorme a la madre de Marina, a mi amiga Maru y sobre todo... a mi padre.
A vosotros,
si habéis soportado esto,
mi infinita gratitud y cariño.
Un beso